¡Ay de estas noches! traicioneras,
en las que la soledad no ladra
ni maúlla, que prometen viajes
por una piel profana, liquida
tibia
y, sólo traen ráfagas heladas
en banquetas rotas y oscuras
que terminan siendo pisadas
sin dirección, ni sentido
noches de un cansancio alado
que se elevan por sobre la razón
y la mitigan, socavando todo
entender posible, noches
que deforman y desgarran
el universo:
éste conjunto de soledades
en el que el mar a la distancia grita,
aclama y, no se escucha…
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El dialogo es el caldo, donde se cuece o cocina la vida…