y me acompaña,
esboza una sonrisa con mis planes,
y como un aprendíz eficiente,
revisa su agenda…
luego otra sonrisa osada o una mueca.
La tierna muerte acaricia mis desvelos,
y cuenta el tiempo en sus silencios
(siempre oscuros).
Y si extiendo mi mano izquierda
tan sólo un poco,
la tierna muerte recibe una caricia.