Desposeídos de nacimiento, los invisibles
atesoran con ahínco su despojo
son porque están, como las sombras
pero están sin ser, son el orden del silencio.
Y se ocultan en su afirmación,
overol, saco o delantal
y son la inocente respuesta
de este tiempo oscuro
habitantes presos del sistema
en pequeños campos de concentración
de azoteas para la esclavitud
o callejuelas sucias para quienes gozan
del atávico aliento de una libertad
condicionada al silencio, al voto y a la resignación.
Son los invisibles, los que mueven al mundo
condenados a producir basura para sí mismos
y no lo saben…
Hay los que se hacen traslúcidos
y como que se ven,
cuando los poseedores los aprecian
porque venden su alma al diablo
para controlar a los invisibles
a cambio de un crédito miserable
para no vivir, más que la envidia de sus aspiraciones, sin esperanza
sólo queda la crueldad y la mafia,
Saben lo que es vivir porque respiran
entre el miedo y el abandono.
El diario dice que son muchos
pero mi libro de estadística dice que son todos
que el resto, es una muestra despreciable…
En eso mi libro y yo estamos de acuerdo
son despreciables, son los dueños del sistema, pero tienen nombres y apellidos.