lunes, 24 de septiembre de 2012

Langosta

Yo no se qué ni cuánto,
se come de un langosta
y no me importa
…pobres bichos.

Yo se de besos discretos
y clandestinos,
en un hombro ajeno,
que siempre mienten.

De sonrisas y palabras
del calor y la piel,
de lagrimas solitarias
y angustias perecederas.

De los costos indirectos
de respetar la libertad
de amar y, que sin ver,
y nada entiende nadie.






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El dialogo es el caldo, donde se cuece o cocina la vida…