jueves, 10 de octubre de 2013

Ay, sin lamentos

A quien corresponda…

Ay, la vida, porque es largo
ese intenso gesto del alma
en la pena de hacer tanto
y tan poco, cada cual,
va y se rasga los huesos
para romper el tenue cristal
que cubre la vida hasta los sesos.

Ay, con los besos,
que no llegan a los labios
cuando ausente esa ternura
se va, abandona su cargo
poco a poco, en aparente calma,
a pasos cortos se aleja del canto,
y como distancia de mar, es tal.

Ay, por el tiempo, esos eran días
de andar y bailar por las aceras
estos son días, tocados por algo
…que no importa por demás.

Ay, los sentimientos
que se quedan tiesos,
buenos, malos
   …e indiferentes,
aún los más extensos.
Arboles sin ramas
en sus desnudos palos
son líneas incipientes.

Ay, sin lamentos
cuando se cuece el alma
en ollas cual peceras
hierve la vida en calma
¿qué llena los momentos?
un sonido deferente
arrulla estos tormentos.

Archivamos la poesía,
como contamos los centavos,
pero vendemos dibujitos,
mientras medimos la energía
y sumamos los planetas,
en el mundo interactivo,
¿cuál es el activo?

Un pasivo arrodillado
espera clemencia del mercado
donde abierta y en canal
la carne sangra su mal,
para alimentar al verdugo,
con los asientos de su jugo.

Sin lamentos, a todo mal,
la mejor medicina es el tiempo
que sin olvidar la intensidad
del doloroso presente
sus movimiento, lava las heridas,
para seguir el camino y llegar…
Sin lamentos, en el viaje
a ninguna parte.