jueves, 23 de febrero de 2012

A quien corresponda…

Manifiesto sin nombre:

La dignidad pertenece, a aquél que sigue. Con convicción, la bondad y la belleza son su camino.

En la consciencia del imposible, la dimensión de lo bello y lo verdadero se expande, ahí, tanto más intenta uno acercarse a ellas mas lejos se está y mas largo es el camino.


Al creer que se alcanzan, desde la condición humana;
lo bello es el principio de lo terrible, la belleza sin verdad es la imagen desnuda del vacío, como el gozo eterno del paraíso, en su absoluta contradicción, ¿como se pude saber del gozo sin el discernimiento de su contrario «el dolor»?;
lo verdadero es el principio de lo perverso, la verdad, sin el orden que imprime la belleza, la verdad absoluta, por condición propia es el poder que hace a lo demás, la mentira, que seduce a la inteligencia pues para ver la verdad habría que vivir la falsedad.

La razón sólo da el nombre. La gramática del problema no puede acceder la puerta de la imagen, aquella que resuena como eco en el alma, la sustancia de la pasión.
El riesgo de la locura: ir a un lado o al otro, preferir o creer alcanzar, la verdad o la belleza pero nunca ambas.

La dignidad es ese fuste de ser que se avista y moldea desde la construcción de la consciencia. Ahí, entre los limites del gozo y la inteligencia está el infierno, no el de Dante, el del propio corazón y sus pasiones.

Rodrigo Payró.

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