lunes, 29 de agosto de 2011

No…

No pesa el cemento tanto
como lo imposible.

No hay más vida que llanto
amar con restricciones… la vida
esa doncella caprichosa,
que detiene mi cuerpo,
su traviesa curiosidad.

Nada importa, un millón de noches
un pedazo de piel… sólo eso
días amargos, oscuros
días de éstas noches, sin aire…
que se seque el mar, ¡si quiere!

Humo sin moscas, el sur que se esconde
y el norte que calla, el sol que no viaja…
desiertos denme su sed… su soledad
para mi alma, que quiere estar
con el cuerpo,  en la balanza.

Que te cuento si ya no hay días
para las estrellas, ni la luna…
¿Amor no ves? ¡estoy aquí …!
               
                      ≠

Con mi ecuación, por tenerte un segundo
quiero que el mar me olvide,
que me niegue el aire,
tres o cinco veces…

¿Con tu fuego… dónde estás?

Los pies caminan, tras la voz
esta forma y otra, el silencio
es distancia, el cielo se asombra
y despacio las noticias,
se caen de la televisión
… y se escriben las películas
nada es personal, ¿acaso las palabras?

Pasaron por aquí,
todos los silencios
de una isla extraña.

Las cartas que escribí, sin su vacío
pocas son las neuronas, mi diario
el día a día y su acontecer…
algún cuadro que decidió irse
cerró la puerta… no la vida.

Sin aliento, regalo mis huesos
que quiero sacarme la piel
y hacer palabras, con la nada.












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El dialogo es el caldo, donde se cuece o cocina la vida…