miércoles, 1 de junio de 2011

¿Y luego qué?

Amablemente, los teologos descartaron el limbo, dejaron que sea la voluntad de Dios la que resuelva si tal o cual alma inocente o «naturalmente feliz» accederá al dichoso cielo; menudo trabajo habrá sido el de reorganizar las almas que ahí se encontraban, sobre todo bajo la consideración de que al no haber tiempo y, todo sucede a la vez sin antes, sin después, en la eternidad, nada pasa mientras todo está pasando… pero aquí también, y pareciera que el tiempo no existe cada vez que leo los encabezados de la mañana, no se si es el periódico de ayer, de hoy de hace doce o veinte años, claro hay pistas: los nombres cambian ¿Y luego qué?… ¿Acaso el limbo busco un lugar para existir en éstas latitudes donde parece que si pasa el tiempo y, disfrazado como de incógnito se estableció,  con todo y su eternidad?

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